A veces uno se da cuenta que ya se le vienen los años cuando ve a un actor o actriz que lo conoció de niño(a) y ahora es como todo un adonis (ya sabrán que no hablo de Macaulay Culkin). Hace un tiempo me encontré con esta película, vi a la protagonista y no paré de mirarla (la película) ni siquiera para ir al baño.

(SPOILER)

Un repartidor de pizza gigante y demente por el bullying de su hermano (Otis Broth) trata de revivir sus años juveniles y ochenteros, raptando y encerrando a una sexy colegiala (como si fuese criminal minds), la cual tampoco es un ángel. Pero eso no es todo. La verdad es que entre un detective enclenque, unos padres desesperados y un hermano violento, terminarán degollando al Broth equivocado en el intento de salvar a su pequeña. De pronto entre grabaciones ocultas (tipo chuponeo) y enrredos disparatados tratarán de librarse del lío en el que se metieron. Una película que libera el placer por la violencia doméstica y el placer por cierto sadismo televisivo.

A MI SUGERENCIA

La mejor parte es la parte en la que degollan al otro Broth.

Y vaya que Ashley Johnson ha crecido para bien.